lunes, 29 de octubre de 2012


Blancanieves
Había una vez, en pleno invierno, una reina que se dedicaba a la costura sentada cerca de una venta-na con marco de ébano negro. Los copos de nieve caían del cielo como plumones. Mirando nevar se pinchó un dedo con su aguja y tres gotas de sangre cayeron en la nieve. Como el efecto que hacía el rojo sobre la blanca nieve era tan bello, la reina se dijo.
-¡Ojalá tuviera una niña tan blanca como la nie-ve, tan roja como la sangre y tan negra como la madera de ébano!
Poco después tuvo una niñita que era tan blanca como la nieve, tan encarnada como la sangre y cuyos cabellos eran tan negros como el ébano.
Por todo eso fue llamada Blancanieves. Y al na-cer la niña, la reina murió.
Un año más tarde el rey tomó otra esposa. Era una mujer bella pero orgullosa y arrogante, y no po-día soportar que nadie la superara en belleza. Tenía un espejo maravilloso y cuando se ponía frente a él, mirándose le preguntaba:
¡Espejito, espejito de mi habitación! ¿Quién es la más hermosa de esta región?
Entonces el espejo respondía:
La Reina es la más hermosa de esta región.
Ella quedaba satisfecha pues sabía que su espejo siempre decía la verdad.
Pero Blancanieves crecía y embellecía cada vez más; cuando alcanzó los siete años era tan bella co-mo la clara luz del día y aún más linda que la reina.
Ocurrió que un día cuando le preguntó al espejo:
¡Espejito, espejito de mi habitación! ¿Quién es la más hermosa de esta región?
el espejo respondió:
La Reina es la hermosa de este lugar,
pero la linda Blancanieves lo es mucho más.
Entonces la reina tuvo miedo y se puso amarilla y verde de envidia. A partir de ese momento, cuando veía a Blancanieves el corazón le daba un vuelco en el pecho, tal era el odio que sentía por la niña. Y su envidia y su orgullo crecían cada día más, como una mala hierba, de tal modo que no encontraba reposo, ni de día ni de noche.
Entonces hizo llamar a un cazador y le dijo:
-Lleva esa niña al bosque; no quiero que aparez-ca más ante mis ojos. La matarás y me traerás sus pulmones y su hígado como prueba.
El cazador obedeció y se la llevó, pero cuando quiso atravesar el corazón de Blancanieves, la niña se puso a llorar y exclamó:
-¡Mi buen cazador, no me mates!; correré hacia el bosque espeso y no volveré nunca más.
Como era tan linda el cazador tuvo piedad y di-jo:
-¡Corre, pues, mi pobre niña!
Pensaba, sin embargo, que las fieras pronto la devorarían. No obstante, no tener que matarla fue para él como si le quitaran un peso del corazón. Un cerdito venía saltando; el cazador lo mató, extrajo sus pulmones y su hígado y los llevó a la reina como prueba de que había cumplido su misión. El cocine-ro los cocinó con sal y la mala mujer los comió cre-yendo comer los pulmones y el hígado de Blancanieves.
Por su parte, la pobre niña se encontraba en medio de los grandes bosques, abandonada por todos y con tal miedo que todas las hojas de los árbo-les la asustaban. No tenía idea de cómo arreglárselas y entonces corrió y corrió sobre guijarros filosos y a través de las zarzas. Los animales salvajes se cruza-ban con ella pero no le hacían ningún daño. Corrió hasta la caída de la tarde; entonces vio una casita a la que entró para descansar. En la cabañita todo era pequeño, pero tan lindo y limpio como se pueda imaginar. Había una mesita pequeña con un mantel blanco y sobre él siete platitos, cada uno con su pe-queña cuchara, más siete cuchillos, siete tenedores y siete vasos, todos pequeños. A lo largo de la pared estaban dispuestas, una junto a la otra, siete camitas cubiertas con sábanas blancas como la nieve. Como tenía mucha hambre y mucha sed, Blancanieves co-mió trozos de legumbres y de pan de cada platito y bebió una gota de vino de cada vasito. Luego se sin-tió muy cansada y se quiso acostar en una de las ca-mas. Pero ninguna era de su medida; una era demasiado larga, otra un poco corta, hasta que fi-nalmente la séptima le vino bien. Se acostó, se en-comendó a Dios y se durmió.
Cuando cayó la noche volvieron los dueños de casa; eran siete enanos que excavaban y extraían metal en las montañas. Encendieron sus siete faro-litos y vieron que alguien había venido, pues las co-sas no estaban en el orden en que las habían dejado. El primero dijo:
-¿Quién se sentó en mi sillita?
El segundo:
-¿Quién comió en mi platito?
El tercero:
-¿Quién comió de mi pan?
El cuarto:
-¿Quién comió de mis legumbres?
El quinto.
-¿Quién pinchó con mi tenedor?
El sexto:
-¿Quién cortó con mi cuchillo?
El séptimo:
-¿Quién bebió en mi vaso?
Luego el primero pasó su vista alrededor y vio una pequeña arruga en su cama y dijo:
-¿Quién anduvo en mi lecho?
Los otros acudieron y exclamaron:
-¡Alguien se ha acostado en el mío también! Mi-rando en el suyo, el séptimo descubrió a Blancanie-ves, acostada y dormida. Llamó a los otros, que se precipitaron con exclamaciones de asombro. Enton-ces fueron a buscar sus siete farolitos para alumbrar a Blancanieves.
-¡Oh, mi Dios -exclamaron- qué bella es esta ni-ña!
Y sintieron una alegría tan grande que no la des-pertaron y la dejaron proseguir su sueño. El séptimo enano se acostó una hora con cada uno de sus com-pañeros y así pasó la noche.
Al amanecer, Blancanieves despertó y viendo a los siete enanos tuvo miedo. Pero ellos se mostraron amables y le preguntaron.
-¿Cómo te llamas?
-Me llamo Blancanieves -respondió ella.
-¿Como llegaste hasta nuestra casa?
Entonces ella les contó que su madrastra había querido matarla pero el cazador había tenido piedad de ella permitiéndole correr durante todo el día hasta encontrar la casita.
Los enanos le dijeron:
-Si quieres hacer la tarea de la casa, cocinar, ha-cer las camas, lavar, coser y tejer y si tienes todo en orden y bien limpio puedes quedarte con nosotros; no te faltará nada.
-Sí -respondió Blancanieves- acepto de todo co-razón. Y se quedó con ellos.
Blancanieves tuvo la casa en orden. Por las ma-ñanas los enanos partían hacia las montañas, donde buscaban los minerales y el oro, y regresaban por la noche. Para ese entonces la comida estaba lista.
Durante todo el día la niña permanecía sola; los buenos enanos la previnieron:
-¡Cuídate de tu madrastra; pronto sabrá que estás aquí! ¡No dejes entrar a nadie!
La reina, una vez que comió los que creía que eran los pulmones y el hígado de Blancanieves, se creyó de nuevo la principal y la más bella de todas las mujeres. Se puso ante el espejo y dijo:
¡Espejito, espejito de mi habitación! ¿Quién es la más hermosa de esta región?
Entonces el espejo respondió.
Pero, pasando los bosques,
en la casa de los enanos,
la linda Blancanieves lo es mucho más.
La Reina es la más hermosa de este lugar
La reina quedó aterrorizada pues sabía que el es-pejo no mentía nunca. Se dio cuenta de que el caza-dor la había engañado y de que Blancanieves vivía. Reflexionó y buscó un nuevo modo de deshacerse de ella pues hasta que no fuera la más bella de la re-gión la envidia no le daría tregua ni reposo. Cuando finalmente urdió un plan se pintó la cara, se vistió como una vieja buhonera y quedó totalmente irre-conocible.
Así disfrazada atravesó las siete montañas y llegó a la casa de los siete enanos, golpeó a la puerta y gritó:
-¡Vendo buena mercadería! ¡Vendo! ¡Vendo!
Blancanieves miró por la ventana y dijo:
-Buen día, buena mujer. ¿Qué vende usted?
-Una excelente mercadería -respondió-; cintas de todos colores.
La vieja sacó una trenzada en seda multicolor, y Blancanieves pensó:
-Bien puedo dejar entrar a esta buena mujer.
Corrió el cerrojo para permitirle el paso y poder comprar esa linda cinta.
-¡Niña -dijo la vieja- qué mal te has puesto esa cinta! Acércate que te la arreglo como se debe.
Blancanieves, que no desconfiaba, se colocó delante de ella para que le arreglara el lazo. Pero rápi-damente la vieja lo oprimió tan fuerte que Blancanieves perdió el aliento y cayó como muerta.
-Y bien -dijo la vieja-, dejaste de ser la más bella. Y se fue.
Poco después, a la noche, los siete enanos regre-saron a la casa y se asustaron mucho al ver a Blanca-nieves en el suelo, inmóvil. La levantaron y descubrieron el lazo que la oprimía. Lo cortaron y Blancanieves comenzó a respirar y a reanimarse po-co a poco.
Cuando los enanos supieron lo que había pasado dijeron:
-La vieja vendedora no era otra que la malvada reina. ¡Ten mucho cuidado y no dejes entrar a nadie cuando no estamos cerca!
Cuando la reina volvió a su casa se puso frente al espejo y preguntó:
¡Espejito, espejito, de mi habitación! ¿Quién es la más hermosa de esta región?
Entonces, como la vez anterior, respondió:
La Reina es la más hermosa de este lugar,
Pero pasando los bosques,
en la casa de los enanos,
la linda Blancanieves lo es mucho más.
Cuando oyó estas palabras toda la sangre le aflu-yó al corazón. El terror la invadió, pues era claro que Blancanieves había recobrado la vida.
-Pero ahora -dijo ella- voy a inventar algo que te hará perecer.
Y con la ayuda de sortilegios, en los que era ex-perta, fabricó un peine envenenado. Luego se disfra-zó tomando el aspecto de otra vieja. Así vestida atravesó las siete montañas y llegó a la casa de los siete enanos. Golpeó a la puerta y gritó:
-¡Vendo buena mercadería! ¡Vendo! ¡Vendo!
Blancanieves miró desde adentro y dijo:
-Sigue tu camino; no puedo dejar entrar a nadie.
-Al menos podrás mirar -dijo la vieja, sacando el peine envenenado y levantándolo en el aire.
Tanto le gustó a la niña que se dejó seducir y abrió la puerta. Cuando se pusieron de acuerdo so-bre la compra la vieja le dilo:
-Ahora te voy a peinar como corresponde.
La pobre Blancanieves, que nunca pensaba mal, dejó hacer a la vieja pero apenas ésta le había puesto el peine en los cabellos el veneno hizo su efecto y la pequeña cayó sin conocimiento.
-¡Oh, prodigio de belleza -dijo la mala mujer-ahora sí que acabé contigo!
Por suerte la noche llegó pronto trayendo a los enanos con ella. Cuando vieron a Blancanieves en el suelo, como muerta, sospecharon enseguida de la madrastra. Examinaron a la niña y encontraron el peine envenenado. Apenas lo retiraron, Blancanieves volvió en sí y les contó lo que había sucedido. En-tonces le advirtieron una vez más que debería cui-darse y no abrir la puerta a nadie.
En cuanto llegó a su casa la reina se colocó frente al espejo y dijo:
¡Espejito, espejito de mi habitación! ¿Quién es la más hermosa de esta región?
Y el espejito, respondió nuevamente:
La Reina es la más hermosa de este lugar.
Pero pasando los bosques,
en la casa de los enanos,
la linda Blancanieves lo es mucho más.
La reina al oír hablar al espejo de ese modo, se estremeció y tembló de cólera.
-Es necesario que Blancanieves muera -exclamó-aunque me cueste la vida a mí misma.
Se dirigió entonces a una habitación escondida y solitaria a la que nadie podía entrar y fabricó una manzana envenenada. Exteriormente parecía buena, blanca y roja y tan bien hecha que tentaba a quien la veía; pero apenas se comía un trocito sobrevenía la muerte. Cuando la manzana estuvo pronta, se pintó la cara, se disfrazó de campesina y atravesó las siete montañas hasta llegar a la casa de los siete enanos.
Golpeó. Blancanieves sacó la cabeza por la ven-tana y dijo:
-No puedo dejar entrar a nadie; los enanos me lo han prohibido.
-No es nada -dijo la campesina- me voy a librar de mis manzanas. Toma, te voy a dar una.
-No-dijo Blancanieves -tampoco debo aceptar nada.
-¿Ternes que esté envenenada? -dijo la vieja-; mi-ra, corto la manzana en dos partes; tú comerás la parte roja y yo la blanca.
La manzana estaba tan ingeniosamente hecha que solamente la parte roja contenía veneno. La be-lla manzana tentaba a Blancanieves y cuando vio a la campesina comer no pudo resistir más, estiró la ma-no y tomó la mitad envenenada. Apenas tuvo un trozo en la boca, cayó muerta.
Entonces la vieja la examinó con mirada horri-ble, rió muy fuerte y dijo.
-Blanca como la nieve, roja como la sangre, ne-gra como el ébano. ¡Esta vez los enanos no podrán reanimarte!
Vuelta a su casa interrogó al espejo:
¡Espejito, espejito de mi habitación!
¿Quién es la más hermosa de esta región? Y el espejo finalmente respondió. La Reina es la más hermosa de esta región.
Entonces su corazón envidioso encontró repo-so, si es que los corazones envidiosos pueden en-contrar alguna vez reposo.
A la noche, al volver a la casa, los enanitos en-contraron a Blancanieves tendida en el suelo sin que un solo aliento escapara de su boca: estaba muerta. La levantaron, buscaron alguna cosa envenenada, aflojaron sus lazos, le peinaron los cabellos, la lava-ron con agua y con vino pelo todo esto no sirvió de nada: la querida niña estaba muerta y siguió están-dolo.
La pusieron en una parihuela. se sentaron junto a ella y durante tres días lloraron. Luego quisieron enterrarla pero ella estaba tan fresca como una per-sona viva y mantenía aún sus mejillas sonrosadas.
Los enanos se dijeron:
-No podemos ponerla bajo la negra tierra. E hi-cieron un ataúd de vidrio para que se la pudiera ver desde todos los ángulos, la pusieron adentro e inscribieron su nombre en letras de oro proclamando que era hija de un rey. Luego expusieron el ataúd en la montaña. Uno de ellos permanecería siempre a su lado para cuidarla. Los animales también vinieron a llorarla: primero un mochuelo, luego un cuervo y más tarde una palomita.
Blancanieves permaneció mucho tiempo en el ataúd sin descomponerse; al contrario, parecía dor-mir, ya que siempre estaba blanca como la nieve, roja como la sangre y sus cabellos eran negros como el ébano.
Ocurrió una vez que el hijo de un rey llegó, por azar, al bosque y fue a casa de los enanos a pasar la noche. En la montaña vio el ataúd con la hermosa Blancanieves en su interior y leyó lo que estaba es-crito en letras de oro.
Entonces dijo a los enanos:
-Dénme ese ataúd; les daré lo que quieran a cambio.
-No lo daríamos por todo el oro del mundo -respondieron los enanos.
-En ese caso -replicó el príncipe- regálenmelo pues no puedo vivir sin ver a Blancanieves. La hon-raré, la estimaré como a lo que más quiero en el mundo.
Al oírlo hablar de este modo los enanos tuvieron piedad de él y le dieron el ataúd. El príncipe lo hizo llevar sobre las espaldas de sus servidores, pero su-cedió que éstos tropezaron contra un arbusto y co-mo consecuencia del sacudón el trozo de manzana envenenada que Blancanieves aún conservaba en su garganta fue despedido hacia afuera. Poco después abrió los ojos, levantó la tapa del ataúd y se irguió, resucitada.
-¡Oh, Dios!, ¿dónde estoy? -exclamó.
-Estás a mi lado -le dijo el príncipe lleno de ale-gría.
Le contó lo que había pasado y le dijo:
-Te amo como a nadie en el mundo; ven conmi-go al castillo de mi padre; serás mi mujer.
Entonces Blancanieves comenzó a sentir cariño por él y se preparó la boda con gran pompa y mag-nificencia.
También fue invitada a la fiesta la madrastra criminal de Blancanieves. Después de vestirse con sus hermosos trajes fue ante el espejo y preguntó:
¡Espejito, espejito de mi habitación! ¿Quién es la más hermosa de esta región?
El espejo respondió:
La Reina es la más hermosa de este lugar. Pero la joven Reina lo es mucho más.
Entonces la mala mujer lanzó un juramento y tuvo tanto, tanto miedo, que no supo qué hacer. Al principio no quería ir de ningún modo a la boda. Pero no encontró reposo hasta no ver a la joven reina.
Al entrar reconoció a Blancanieves y la angustia y el espanto que le produjo el descubrimiento la de-jaron clavada al piso sin poder moverse.
Pero ya habían puesto zapatos de hierro sobre carbones encendidos y luego los colocaron delante de ella con tenazas. Se obligó a la bruja a entrar en esos zapatos incandescentes y a bailar hasta que le llegara la muerte.


                                      la sirenita
                             
El día en que la menor de las princesas sirenas salió a la superficie, vio un barco donde viajaba el príncipe, del que se enamoró. El barco naufragó, y la sirena salvó al príncipe de morir ahogado, dejándolo en la playa. Como solo pensaba en regresar con el príncipe, recurrió a la bruja del mar para transformar su cola en un par de piernas. Esta le concedió la más bella figura a cambio de su magnífica voz, y le advirtió de que si el príncipe se casaba con otra mujer, la sirena moriría a la mañana siguiente. La sirenita volvió así junto al príncipe y se ganó su afecto con su gracia y sus bailes, pero él en secreto estaba enamorado de la primera joven que había visto al despertar en la playa, quien creía era su salvadora. Esta resultó ser la princesa del reino vecino con quien los reyes habían acordado casarlo, y el príncipe celebró su boda feliz, acompañado por toda la corte, incluída la muda sirenita, que no tenía voz para explicar la verdad.
En una última oportunidad, antes de salir el sol, sus hermanas aparecieron con un cuchillo que habían conseguido de la bruja a cambio de sus preciosas cabelleras. Solo tenía que matar al príncipe mientras dormía para recuperar su cola. Pero la sirenita no quiso hacerlo, y se lanzó al agua, donde se convirtió en espuma
                                                       
                                                       la princesita de floripitín

En el país de Floripitín tenían una princesa bellísima de la que todos estaban orgullosos. Cientos de retratos con su bello rostro adornaban las calles. Si hacía buen tiempo decían:
- La luz de la princesa ilumina el día.
Y si llovía:
- Ni siquiera la luz de la princesa nos ha librado de este tiempo.
Una vez al año cada uno de los 365 habitantes de Floripitín se ponía al servicio de la princesa durante todo un día, para evitarle cualquier incomodidad o trabajo. Y en agradecimiento por sus cuidados, la princesa pasaba el tiempo asomada a la ventana de la más alta torre del palacio, para que sus fieles súbditos pudieran contemplarla desde cualquier lugar de la ciudad.
En el reino vecino había crecido Eric, el príncipe que parecía destinado a casarse con ella. Pero cuando este viajó al reino de Floripitín, descubrió con pesar que la princesa era muy aburrida. Por supuesto, era bella, educada y amable, pero parecía incapaz de hacer nada sin la ayuda de sus siervos. Tanto, que a los dos días de conocerla el príncipe estaba convencido de que no era más que una pobre inútil que solo servía para asomarse a la ventana. Y, tal y como había venido, el príncipe se marchó sin querer saber nada más de la princesa.
Menudo disgusto para los habitantes de Floripitín, que tanto querían a su princesa. Los 365 se reunieron en la plaza, y acordaron invitar a otros príncipes a conocer a su princesa. Pero cuantos viajaron a Floripitín regresaron a sus países con la misma idea: aquella princesa era una inútil.
Y cuando volvieron a reunirse en la plaza temiendo por el daño que aquellos comentarios pudieran causar en su amada princesa, sucedió algo extraordinario.
Por primera vez en la historia, alguien se atrevió a decir algo en contra de la princesa.
- Esa chica es una inútil. No hay más que ver que no sabe hacer nada por sí misma.
Quien así habló era una anciana vestida con ropas rotas y destartaladas. Estaba tan vieja y arrugada que hasta costaba distinguirle la cara. Los demás habitantes se volvieron furiosos contra ella, defendiendo a su princesa y burlándose del aspecto de la vieja. Pero ella siguió hablando.
- Lo que hay que hacer es dejar de servirle a diario. Así por lo menos aprendería a hacer algo. Es más, creo que debería ser ella quien nos sirviera a nosotros. Le estaríamos haciendo un favor.
Aquello fue demasiado para el bueno del alcalde, que adoraba a su princesa.
- ¿Y qué sabrás tú, vieja? ¿Cómo te atreves a dar lecciones a nadie? ¿Acaso has visto qué aspecto tienes? Nuestra princesa es mucho mejor que tú.
- No. No lo es. Pero gracias - dijo la vieja, cambiando su voz a un tono joven, dulce y triste, al tiempo que se estiraba y apartaba sus ropas de la cabeza, para dejar ver el delicado rostro de la princesa.
Ante el asombro de todos, la princesa prosiguió:
- No creáis que tenía ese aspecto a propósito. Realmente no supe vestirme mejor. Es así de triste, pero no sé hacer nada-. La princesa calló un momento, y una lagrimita aprovechó para escapar de sus ojos.
- Aprecio todo lo que hacéis por mí, y lo mucho que me queréis, pero ha llegado el momento de devolveros todo ese cariño, y de paso aprender algunas cosas. A partir de mañana seré yo quien por turno sirva a cada uno de vosotros en su casa.
Y desde ese día, la princesa se puso al servicio de sus propios súbditos. Sus primeros días fueron bastante desastrosos, pero pudo seguir adelante con el cariño y la paciencia de todos. Y en poco más de un año se convirtió en una joven extraordinariamente habilidosa y servicial, de la que los habitantes de Floripitín se sentían aún más orgullosos que antes.

                                             el gato con botas

Había una vez...
...Un molinero que tenía tres hijos.
 A su muerte, el pobre molinero les dejó a sus hijos, como únicos bienes: su molino, su burro y su gato. Muy pronto se hizo el reparto, para el cual no se necesitó notario ni otra autoridad; nada sobró del pobre patrimonio. El hijo mayor se quedó con el molino, el segundo recibió el burro y el menor sólo se quedó con el Gato; estaba desconsolado por tener tan poco.
—Mis hermanos —decía— podrán ganarse la vida honradamente trabajando juntos; en cambio yo, en cuanto me haya comido mi gato y haya hecho una bufanda con su piel, moriré de hambre.
El Gato, al oír este discurso, le dijo con un aire comedido y grave:
—No te aflijas en lo absoluto, mi amo, no tienes más que darme un saco y hacerme un par de botas para ir por los zarzales, y ya verás que tu herencia no es tan poca cosa como tú crees.
Aunque el amo del Gato no hizo mucho caso al oírlo, lo había visto actuar con tanta agilidad para atrapar ratas y ratones, y cuando se colgaba de sus patas traseras o cuando se escondía en la harina haciéndose el muerto, que no perdió la esperanza de que lo socorriera en su miseria. En cuanto el Gato tuvo lo que había solicitado, se calzó rápidamente las botas, se colocó el saco al cuello tomando los cordones con sus patas delanteras y se dirigió hacia un conejal en donde había muchos conejos. Puso salvado y hierbas dentro del saco, y se tendió en el suelo como si estuviese muerto; esperó que un tierno conejo poco conocedor de las tretas de este mundo viniera a meterse en el saco para comer lo que en él había. Apenas se hubo acostado tuvo un gran regocijo; un tierno y aturdido conejo entró en el saco. El Gato tiró de los cordones para atraparlo y luego lo mató sin misericordia. Orgulloso de su proeza, se dirigió hacia donde vivía el Rey y pidió que lo dejaran entrar para hablar con él. Le hicieron pasar a las habitaciones de Su Majestad; después de hacer una gran reverencia al Rey, le dijo:
—He aquí, Señor, un conejo de campo que el Señor Marqués de Carabás (que es el nombre que se le ocurrió dar a su amo) me ha encargado ofrecerle de su parte.
—Dile a tu amo —contestó el Rey—, que se lo agradezco, y que me halaga en gran medida.

En otra ocasión, fue a esconderse en un trigal dejando también el saco abierto; en cuanto dos perdices entraron en él, tiró de los cordones y capturó a ambas. Enseguida se fue a regalárselas al rey, tal como había hecho con el conejo de campo. Una vez más, el Rey se sintió halagado al recibir las dos perdices, y ordenó que le dieran de beber. Durante dos o tres meses el Gato continuó llevando al Rey las piezas que cazaba y le decía que su amo lo enviaba. Un día se enteró que el Rey iría de paseo por la ribera del río con su hija, la princesa más bella del mundo,. y le dijo a su amo:
—Si sigues mi consejo podrás hacer fortuna; no tienes más que meterte en el río en el lugar que yo te indique y después dejarme actuar.
El Marqués de Carabás hizo lo que su Gato le aconsejaba, sin saber con qué fines lo hacía. Mientras se bañaba, pasó por ahí el Rey, y el Gato se puso a gritar con todas sus fuerzas:
—¡Socorro! ¡Auxilio! ¡Que se ahoga el Marqués de Carabás!
Al oír los gritos el Rey se asomó por la ventanilla y al reconocer al Gato que tantas piezas de caza le había entregado, ordenó a sus guardias que fueran prestos al auxilio del Marqués de Carabás. Mientras sacaban del río al pobre Marqués, el Gato se acercó a la carroza y le dijo al Rey que durante el baño de su amo unos ladrones habían llegado y se llevaron sus ropas, a pesar de que él les gritó con toda su fuerza; el Gato las había escondido tras una enorme piedra. Al instante, el Rey ordenó a los oficiales de su guardarropa que fueran a buscar uno de sus más bellos trajes para dárselo al Marqués de Carabás.

El Rey le hizo mil halagos, y como los hermosos ropajes que acababan de darle realzaban su figura (pues era guapo y de buen porte), la hija del rey lo encontró muy de su agrado; además, como el Marqués de Carabás le dirigió dos o tres miradas, muy respetuosas y un poco tiernas, ella se enamoró enseguida de él. El rey quiso que subiera a su carroza y que los acompañara en su paseo. El gato, encantado al ver que su plan empezaba a dar resultado, se adelantó a ellos, y cuando encontró a unos campesinos que segaban un campo les dijo:
—Buena gente, si no decías al rey que el campo que estáis segando pertenece al Marqués de Carabás, seréis hechos picadillos y convertidos en paté.
Al pasar por ahí, el rey no olvidó preguntar a los segadores de quién era el campo que segaban.
 -Estos campos pertenecen al Marqués de Carabás, Señor.- respondieron los labriegos- Al marqués de Carabás, al Marqués de Carabás.
 El rey, al ver tantas riquezas del Marqués de carabás, decidió casar a su hija con el hijo menor del molinero, mientras el gato le presentaba todos los respetos y se había convertido en el gato más famoso de toda la comarca.
 Y su Señor, el marqués de Carabás, en un joven príncipe, y las puertas reales se abrieron para dar paso a la feliz pareja.
 y allí vivieron felices, y el gato con botas, como recompensa de su amo, vivió también en aquel castillo tan bonito.

                                        el lobo y los tres cerditos

En un ancho valle vivían tres pequeños cerditos, muy diferentes entre sí, aunque los dos más pequeños se pasaban el día tocando el violín y la flauta. El hermano mayor, por el contrario, era más serio y trabajador. 

Un día el hermano mayor del dijo: - Estoy muy preocupado por vosotros, porque no hacéis más que jugar y cantar y no tenéis en cuenta que pronto llegará el invierno. ¿Que haréis cuando lleguen las nieves y el frío? Tendríais que construiros una casa para vivir. 

Los pequeños agradecieron el consejo del mayor y se pusieron a construir una casa. El más pequeño de los tres, que era el más juguetón, no tenía muchas ganas de trabajar y se hizo una casa de cañas con el techo de paja. El otro cerdito juguetón trabajó un poco más y la construyó con maderas y clavos. El mayor se hizo una bonita casa con ladrillos y cemento. 

Pasó por aquel valle el lobo feroz, que era un animal malo. Al ver al más pequeño de los tres cerditos, decidió capturarlo y comenzó a perseguirle. El juguetón y rosado cerdito se refugió en su casa temblando de miedo. El lobo, al ver la casa de cañas y paja, comenzó a reírse. 

- ¡Ja, ja! Esto no podrá impedir que te agarre -gritaba el lobo mientras llenaba sus pulmones de aire. 

El lobo comenzó a soplar con tanta fuerza que las cañas y la paja salieron por los aires. Al ver esto, el pequeño corrió hasta la casa de su hermano, el violinista. Como era una casa de madera, se sentían seguros creyendo que el lobo no podría hacer nada contra ellos. 

- ¡Ja, ja! Esto tampoco podrá impedir que os agarre, pequeños -volvió a gritar el malvado lobo. 

De nuevo llenó sus pulmones de aire y resopló con todas sus fuerzas. Todas las maderas salieron por los aires, mientras los dos cerditos huyeron muy deprisa a casa de su hermano mayor. 

- No os preocupéis, aquí estais seguros. Esta casa es fuerte, He trabajado mucho en ella -afirmó el mayor. 

El lobo se colocó ante la casa y llenó, una vez más, sus pulmones. Sopló y resopló, pero la casa ni se movió. Volvió a hinchar sus pulmones hasta estar muy colorado y luego resopló con todas sus fuerzas, pero no logró mover ni un solo ladrillo. 

Desde dentro de la casa se podía escuchar cómo cantaban los cerditos: 

- ¿Quién teme al lobo feroz, al lobo, al lobo? ¿Quién teme al lobo feroz?

Esta canción enfureció muchísimo al lobo, que volvió a llenar sus pulmones y sus carrillos de aire y a soplar hasta quedar extenuado. Los cerditos reían dentro de la casa, tanto que el lobo se puso muy rojo de enfadado que estaba. 

Fue entonces cuando, al malvado animal, se le ocurrió una idea: entraría por el único agujero de la casa que no estaba cerrado, por la chimenea. Cuando subía por el tejado los dos pequeños tenían mucho miedo, pero el hermano mayor les dijo que no se preocuparan, que darían una gran lección al lobo. Pusieron mucha leña en la chimenea y le prendieron fuego. Así consigueron que el lobo huyera. Los cerditos aprendieron después de esta aventura que: 

ES IMPORTANTE HACER EL TRABAJO CON AFICION, SI DESEAS SALIR DE UNA DIFICIL SITUACION. 
                                                   Cuento de El Patito Feo


El cuento del Patito Feo.
Como en cada verano , a la Señora Pata le dio

por empollar y todas sus amigas del corral

estaban deseosas de ver a sus patitos, que

siempre eran los mas guapos de todos. 

Llego el dia en que los patitos comenzaron a

abrir los huevos poco a poco y todos se

juntaron ante el nido para verles por

primera vez.
Uno a uno fueron saliendo hasta seis

preciosos patitos , cada uno acompañado por

los gritos de alegria de la Señora Pata y de

sus amigas. Tan contentas estaban que

tardaron un poco en darse cuenta de que un

huevo , el mas grande de los siete , aun no se

habia abierto.
Todos concentraron su atencion en el huevo

que permanecia intacto , tambien los patitos

recien nacidos, esperando ver algun signo de

movimiento.
Al poco, el huevo comenzo a romperse y de el

salio un sonriente patito , mas grande que sus

hermanos , pero ¡oh , sorpresa! , muchisimo

mas feo y desgarbado que los otros seis...
La Señora Pata se moria de verguenza por haber

tenido un patito tan feo y le aparto de ella con el

ala mientras prestaba atencion a los otros seis.
El patito se quedo tristisimo porque se empezo a

dar cuenta de que alli no le querian...
Pasaron los dias y su aspecto no mejoraba , al

contrario , empeoraba , pues crecia muy rapido y

era flaco y desgarbado, ademas de bastante

torpe el pobre..
Sus hermanos le jugaban pesadas bromas y se

reian constantemente de el llamandole feo y torpe.
El patito decidio que debia buscar un lugar donde

pudiese encontrar amigos que de verdad le

quisieran a pesar de su desastroso aspecto y una

mañana muy temprano , antes de que se

levantase el granjero , huyo por un agujero del

cercado.
Asi llego a otra granja , donde una anciana le

recogio y el patito feo creyo que habia encontrado

un sitio donde por fin le querrian y cuidarian , pero

se equivoco tambien , porque la vieja era mala y

solo queria que el pobre patito le sirviera de primer

plato. Y tambien se fue de aqui corriendo.
Llego el invierno y el patito feo casi se muere de

hambre pues tuvo que buscar comida entre el hielo

y la nieve y tuvo que huir de cazadores que

querian dispararle.

Al fin llego la primavera y el patito paso por un

estanque donde encontro las aves mas bellas que

jamas habia visto hasta entonces. Eran elegantes ,

graciles y se movian con tanta distincion que se

sintio totalmente acomplejado porque el era muy

torpe. De todas formas, como no tenia nada que

perder se acerco a ellas y les pregunto si podia

bañarse tambien.

Los cisnes, pues eran cisnes las aves que el patito

vio en el estanque, le respondieron:
- ¡Claro que si , eres uno de los nuestros!
A lo que el patito respondio:
-¡No os burleis de mi!. Ya se que soy feo y flaco ,

pero no deberiais reir por eso...

- Mira tu reflejo en el estanque -le dijeron ellos- y

veras como no te mentimos.

El patito se introdujo incredulo en el agua

transparente y lo que vio le dejo maravillado.

¡Durante el largo invierno se habia transformado en

un precioso cisne!. Aquel patito feo y desgarbado

era ahora el cisne mas blanco y elegante de todos

cuantos habia en el estanque.
Asi fue como el patito feo se unio a los suyos y

vivio feliz para siempre.



               el bosque de las adas

Erase una vez una viuda que tenía dos hijas. La mayor asemejaba a la madre en todo, tanto físicamente como en el carácter, quien veía a la madre veía a la hija. Las dos eran sumamente antipáticas y llenas de soberbia, a tal punto que nadie quería estar cerca de ellas, ni vivir junto a ellas.
 
La más joven por el contrario, tenía una dulzura increíble, y por la bondad del corazón, era el retrato de su padre, y era de una belleza incomparable que era difícil encontrar otra joven tan bella como ella. Naturalmente, como todos aman a sus semejantes, la madre tenia predilección por la mayor y sentía por la menor una aversión y repugnancia espantosa.
 
Le hacía comer en la cocina, y todos los que haceres de la casa le tocaban a ella. Aparte de todo, esta pobre niña debía dar dos viajes a una fuente distante, de más de una milla y media a buscar agua y traer un gran cántaro lleno.
 
Un día mientras estaba en la fuente llenando su cántaro, se le acerca una pobre vieja, quién le rogó que le diera agua de beber. "Pero claro, abuelita, con mucho gusto." respondió la niña, "espere que le llene la jarra". Inmediatamente la limpió, la llenó con agua fresca y se la presentó, sosteniéndola en sus propias manos para que bebiera cómodamente y hasta saciarse. Cuando hubo bebido, la viejita le dijo: "Eres tan buena, y tan bella que por esto no puedo hacer menos que darte un regalo". Aquella era un hada que había tomado la forma de una vieja campesina para ver hasta donde llegaba la bondad de la jovencita. Y continuó."Te doy por regalo que por cada palabra que sale de tu boca brotará o una flor o una piedra preciosa".
 
La muchacha regresó a la casa con el cántaro lleno, algunos minutos más tarde; la madre estaba hecha una furia por el minúsculo retardo. "Mamá, ten paciencia, te pido perdón" dijo la hija toda humilde, y en tanto hablaba le salieron de la boca dos rosas, dos perlas y dos diamantes enormes. "Pero qué sucede aquí!!" dijo la madre estupefacta, "me equivoco o estás escupiendo perlas y diamantes!... Oh pero cómo, hija mía? ..."
 
Era la primera vez en toda su vida que la llamaba así y en tono afectuoso. La niña contó ingenuamente todo lo que le había sucedido en la fuente; y mientras hablaba , brotaban los rubíes, topacios de sus labios. "Oh, qué fortuna!", dice la madre, "necesito enviar también a esta otra niña.
 
Mira, Cecchina, mira lo que sale de la boca de tu hermana cuando habla. Te gustaría tener también a ti este don?... Es necesario que solamente vayas a la fuente de agua y si una viejita te pide agua, dásela con mucha amabilidad." "¡No faltaba más, ir a la fuente ahora!" reclamó la otra. "¡Te digo que vayas ahora mismo!" Gritó la mamá.
 
Salió corriendo la muchacha, llevando consigo la más bella jarra de plata que había en la casa. ... Apenas había llegado a la fuente, apareció a una gran señora, vestida magníficamente, que le pide un poco de agua. Era la misma hada que había aparecido a su hermana; pero había tomado el aspecto y vestuario de una princesa, para ver hasta dónde llegaba la malacrianza de esa joven. "¡Pero claro" dice la soberbia, "que he venido aquí para darle de beber a usted! ...¡Seguro!...Para darle de beber a usted y no a otra persona!...Un momento, si tiene sed, la fuente está ahí!" "Tienes muy poca educación, muchacha..." dijo el hada sin inmutarse "Ya que eres tan maleducada te doy por regalo , que por cada palabra pronunciada saldrán de tu boca una rana o una serpiente".
 
Apenas la vio la madre a lo lejos, que le grita a plena voz: "¿Como te fue, Cecchina?" "¡No me molestes mamá!, replicó la muchacha; e inmediatamente escupió dos víboras y dos ranas Oh Dios, que veo!... la culpa debe ser toda de tu hermana!, me las pagará!" Y se movió para pegarle. Aquella pobre joven huyó del rencor y fue a refugiarse en el bosque cercano.
 
El hijo del Rey que regresaba de la caza la encontró en un sendero , y viéndola tan hermosa, le preguntó qué hacía en ese lugar tan sola, y porqué lloraba tanto. "Mi madre me ha sacado de la casa y me quería golpear" Respondió la joven. E hijo del Rey quien vio salir de aquella boca cinco o seis perlas y otros tantos brillantes, le rogó que le contara cómo era posible algo tan maravilloso. Y la muchacha le contó toda la historia de lo que le había sucedido.
 
El príncipe real se enamoro de inmediato de ella, y considerando que el don del hada era mas valioso que cualquier dote que ninguna de las damas del reino podrían tener, la llevo sin chistar a palacio y se casó con ella. La otra hermana, mientras tanto se hizo odiar por todos de tal manera, que su misma madre la sacó de la casa; y la desgraciada joven después de tratar de convencer a muchos de que la recibieran, todo en vano; se fue a morir al fin del bosque.

osé Abelardo Quiñones Gonzáles

José Abelardo Quiñones Gonzáles fue teniente de la Fuerza Aérea del Perú, declarado Héroe Nacional del Perú
por Ley N° 16126 del 10 de mayo de 1966, debido a su inmolación en una misión aérea en el conflicto con Ecuador en 1941.
Nació en el puerto de Pimentel, al norte del Perú, el 22 de abril de 1914. Sus padres fueron José María Quiñones Arízola y María Juana Rosa Gonzáles Orrego. Su vocación por la aviación fue estimulada siendo niño por Karl Weiss, director del Colegio Nacional San José de Chiclayo, donde concluyó sus estudios de primaria. Estudio la secundaria en Lima, primero en el Colegio Sagrados Corazones Recoleta y luego en el Colegio Nacional Nuestra Señora de Guadalupe.
Ingresó como cadete a la Escuela Central de Aviación "Jorge Chávez" en 1935 y formó parte de la promoción "Comandante José L. Raguz". Se caracterizó por su facilidad para adaptarse a las diferentes técnicas del pilotaje y se hizo conocido por sus vuelos invertidos muy cerca del suelo, que pueden apreciarse en filmaciones hechas en 1939.
Cuando comenzó el conflicto con el Ecuador, en 1941, José Abelardo Quiñones formaba parte de la primera división ligera del Perú. Esta división tuvo como meta recuperar la frontera en la zona de Quebrada Seca.
El 23 de julio de 1941, la 41° Escuadrilla, al mando del teniente comandante Antonio Alberti e integrada por los tenientes Fernando Paraud y José Quiñones y el alférez Manuel Rivera, despegó de Tumbes para cumplir su misión. Cuando estaban sobre el objetivo, iniciaron el bombardeo del puesto enemigo en Quebrada Seca; el avión piloteado por el teniente Quiñones efectúo el descenso para lanzar sus bombas y fue alcanzado por el fuego antiaéreo. En vez de expulsarse del avión y usar su paracaídas, lo dirigió hacia el blanco enemigo inmolándose para cumplir su misión.
Tres meses después de su deceso, el 19 de octubre de 1941, el coronel Octavio A. Ochoa, jefe de la IV Zona Militar del Ecuador, entregó a nombre de las Fuerzas Armadas Ecuatorianas los restos mortales de Quiñones, pronunciando las siguientes palabras: "Entrego a la Fuerza Aérea del Perú los restos de quien supo honrar a su patria, a su pueblo y a su fuerza armada. Mi pueblo [ecuatoriano] rinde homenaje al pueblo peruano, dignamente encarnado en la figura heroica de José Abelardo Quiñones Gonzáles."
Foto de personaje: FAP.


Raúl Porras Barrenechea

Raúl Porras Barrenechea nació en la ciudad de Pisco, el 23 de marzo de 1897. Sus padres fueron Guillermo Porras Osores y Juana Barrenechea y Raygada. Desde sus estudios escolares realizados en Lima, primero en el Colegio San José de Cluny y luego en el Colegio Sagrados Corazones Recoleta, demostró sus dotes de escritor y publicó varios cuentos en la revista del colegio.
Ingresó a la Facultad de Letras de la Universidad de San Marcos en 1913, luego fue catedrático de Literatura Castellana y trabajó como secretario en la Corte Suprema de Lima. Fue un joven dinámico y entusiasta, impulsó el Conversatorio Universitario, integrado por Jorge Guillermo Leguía, Ricardo Vegas García, Guillermo Luna, Carlos Moreyra Paz Soldán, José Quesada, José Luis Llosa Belaúnde, Jorge Basadre y Luis Alberto Sánchez, entre otras personalidades. Fundó diversas revistas de Literatura, entre ellas Alma Latina.
Fue maestro de Historia en diversos colegios de Lima como el Anglo-Peruano, Antonio Raimondi y el colegio Alemán. Destacó como profesor en la cátedra de Historia del Perú en la Universidad de San Marcos, la Universidad Católica y en la Academia Diplomática.
Entre 1936 y 1938 fue Ministro plenipotenciario del Perú ante la Sociedad de Naciones (hoy Naciones Unidas). Entre 1948 y 1949 ocupó el cargo de Embajador en España y entre 1958 y 1960 fue Ministro de Relaciones Exteriores. Fue elegido Senador por Lima en 1956 y llegó a ser Presidente de esa cámara.
Es autor, entre otras obras, de "Historia de los límites del Perú", "Las relaciones primitivas de la conquista del Perú", "Antología del Cusco" y "Los Cronistas del Perú".
Falleció el 27 de setiembre de 1960, en su casa de Miraflores, hoy Casa-Museo y sede del Instituto de Estudios que lleva su nombre.

Abraham Valdelomar Pinto

El narrador, poeta, ensayista y dramaturgo Pedro Abraham Valdelomar Pinto nació en Ica el 27 de abril de 1888 y murió en Ayacucho el 3 de noviembre de 1919. Estudió la primaria en las ciudades de Pisco y Chincha y la secundaria en Lima, en el Colegio Nacional Nuestra Señora de Guadalupe, donde en 1903 fundó la revista La Idea Guadalupana junto a su compañero Manuel Bedoya.
Tras ingresar a la Facultad de Letras de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos en 1905, dejó las clases para trabajar como dibujante en las revistas Aplausos y silbidosMonos y MonadasActualidadesCinema y Gil Blas, desempeñándose en esta última como director artístico. Publicó sus primeras poesías en la revista Contemporáneos en 1909 y reanudó sus estudios en 1910, año en el que fue soldado del "Batallón Universitario", formado por estudiantes de San Marcos, a raíz de un conflicto con Ecuador. Durante su permanencia en el cuartel escribió las crónicas: "Con la argelina al viento", publicadas en El Diario y La Opinión Nacional de Lima. En 1910 publicó sus primeros cuentos en las revistas Variedades eIlustración Peruana, en las que también publicó por entregas sus novelas cortas La ciudad de los tísicos y La ciudad muerta en 1911.
En 1912 participó en la campaña presidencial de Guillermo Billinghurst, quien tras su triunfo electoral lo nombró administrador de la Imprenta del Estado y director del diario oficial El Peruano. Posteriormente fue nombrado Segundo Secretario de la Embajada del Perú en Italia. En Roma escribió sus "Crónicas de Roma" que se publicaron en Lima en los diarios La Nación y La Opinión Nacional. Estando en Italia obtuvo el primer premio del concurso literario organizado por La Nación con su cuento "El Caballero Carmelo". Al volver al Perú trabajó como secretario personal de José de la Riva-Agüero, bajo cuya influencia escribió en 1914 su primer libro “La Mariscala”, una biografía novelada de Francisca Zubiaga, la esposa del presidente Agustín Gamarra, quien tuvo una importante participación en la política peruana. Desde julio de 1915 hasta 1918 trabajó en el diario La Prensa, donde estuvo a cargo de la sección "Palabras" y donde publicó "Crónicas frágiles" y "Diálogos máximos".
La multiplicidad de géneros que cultivó Valdelomar y el entusiasmo y energía que comunicó en sus escritos le valieron el reconocimiento de sus contemporáneos, muchos de los cuales, incluido Vallejo, lo consideraron su maestro. Sus cuentos, que marcan el punto de partida de la narrativa moderna del Perú, están organizados en dos libros: El Caballero Carmelo y Los Hijos del Sol. El primero incluye el cuento del mismo nombre ambientado en Pisco que narra la triste historia de un gallo de pelea; el segundo consta de cuentos inspirados en el pasado histórico del Perú. Su poesía se caracteriza por su particular evolución del modernismo al postmodernismo, con toques vanguardistas.

Jorge Basadre Grohmann

Jorge Basadre Grohmann nació en Tacna el 12 de febrero de 1903. Cuando tenía nueve años de edad, su familia se trasladó a Lima, donde estudió en el colegio alemán Deutsche Schule y el último año de secundaria en el Colegio de Nuestra Señora de Guadalupe. Ingresó a la Universidad Nacional Mayor de San Marcos en 1919, donde obtuvo el grado de Doctor en Letras y Jurisprudencia y el título de Abogado.
Historiador, literato y profesor de varias generaciones, ocupó importantes cargos públicos. Hacia 1925 formó parte de la delegación peruana enviada ante la comisión plebiscitaria de Tacna y Arica y en 1930 fue nombrado director de la Biblioteca Central de San Marcos. En 1931 publicó el libro "Perú: problema y posibilidad".
Conocido como el historiador de la República, su obra cumbre es precisamente  la “Historia de la República del Perú”, obra reeditada y ampliada muchas veces desde 1939 y cuyo contenido va mucho más allá de los límites históricos. Perteneció desde muy joven al grupo de la Reforma Universitaria.
Entre 1931 y 1935 estuvo fuera del país realizando estudios de bibliotecología e historia en universidades de los Estados Unidos y Europa.
Estuvo a cargo de la dirección de la Biblioteca Nacional (1943-1948) de la que se le considera como su tercer fundador por haber liderado una campaña para reconstruir la biblioteca luego de que un incendio la destruyera en 1943. Los anteriores fundadores de la Biblioteca Nacional fueron José de San Martín y Ricardo Palma. Posteriormente viajó a Washington donde ocupó el cargo de director de Asuntos Culturales de la Unión Panamericana (1948-1950). Fue Ministro de Educación en dos oportunidades (1945 y 1956-1958).
Entre los valiosos e importantes libros y documentos que publicó durante años destacan "La multitud, la ciudad y el campo en la historia del Perú", "La iniciación de la República", "Introducción a las bases documentales para la historia de la República del Perú", "El azar en la historia y sus límites", "La vida y la historia; ensayos sobre personas, lugares y problemas", "Elecciones y centralismo en el Perú”.
Jorge Basadre murió el 29 de junio de 1980. La calidad de su obra que nos permite conocer y valorar a nuestro país ha recibido y recibe el reconocimiento de numerosas instituciones nacionales y extranjeras. Es uno de los más renombrados intelectuales peruanos del siglo XX.

Santa Rosa de Lima

Isabel Flores de Oliva, conocida como Santa Rosa de Lima, nació el 30 de abril de 1586 en la ciudad de Lima, entonces capital del virreinato del Perú. Sus padres fueron Gaspar Flores, miembro de la guardia virreinal y María de Oliva. Formó parte de una familia compuesta por 13 hermanos.
Su infancia fue la de una niña común de la época. Su principal compañero de juego fue su hermano Fernando que siempre la apoyó. Cuando tenía 12 años, al asumir su padre el empleo de administrador de un obraje, su familia se trasladó al pueblo serrano de Quives, a 60 kilómetros de Lima. En 1597, fue confirmada en Quives por el entonces Arzobispo de Lima Santo Toribio Alonso de Mogrovejo. Es posible que sus vivencias en esa zona y el observar los sufrimientos de los trabajadores indios generara en ella la preocupación por remediar enfermedades y miserias.
Regresó a Lima con su familia ya siendo una joven. Debido a problemas económicos de la familia, trabajaba el día entero en el huerto y solía bordar para así ayudar al sostenimiento de su hogar. En Lima le tocó vivir dentro de un ambiente muy religioso. Abundaban milagros, curaciones y la población daba gran importancia a las virtudes y calidad de vida cristiana.
Santa Rosa tuvo como modelo a la dominica Catalina de Siena, santa toscana del siglo XIV, motivo por el cual optó por el hábito de terciaria de la Orden de Santo Domingo desde 1606. A partir de entonces, se recluyó prácticamente en la Ermita que ella construyó, con ayuda de su hermano Fernando, en un extremo del huerto de su casa. Sólo salía para visitar el Templo de Nuestra Señora del Rosario y para atender las necesidades espirituales de indígenas y negros de la ciudad. Atendía a los enfermos que se acercaban buscando ayuda a su casa donde había habilitado una enfermería y ayudaba a San Martín de Porres.
Muchos consejeros espirituales ejercieron profunda influencia espiritual sobre Rosa. La conducta de Santa Rosa de Lima se hizo más evidente cuando a sugerencia de sus confesores anotó las diversas mercedes que había recibido del Cielo, componiendo así el panel titulado Escala espiritual.
Cuando enfermó gravemente, pasó sus últimos meses de vida en la casa de la familia de Gonzalo de la Maza, contador del gobierno virreinal, que es donde se levanta el Monasterio de Santa Rosa de Santa María de Lima. Su casa, en el centro de Lima, es un Santuario visitado por devotos y turistas. Se conservan como reliquias la ermita donde rezaba, un pozo donde los devotos depositan sus deseos escritos, su habitación y la enfermería.
Murió a los treinta y un años de edad el 24 de agosto de 1617. El día de su entierro una inmensa cantidad de devotos la aclamaban santa. Sus restos se veneran en el templo de Santo Domingo.
Fue canonizada por el papa Clemente X en 1671. Es la primera Santa de América, Patrona de Lima y Perú desde 1669, del Nuevo Mundo y Filipinas desde 1670, y también Patrona de la Policía Nacional del Perú.

Machu Picchu

Prólogo del libro "Machu Picchu: Tesoro Inca" de Federico Kauffmann Doig

Machu Picchu  emerge en el corazón de un paisaje de cumbres imponentes cubiertas por exuberante flora selvática. Su construcción data del último tercio del siglo XV, de tiempos del Incario, última fase de la civilización peruana ancestral cuyos albores se remontan a unos seis mil años. Al igual que otros monumentos de su entorno, en algo similares, fue edificado en una región relativamente próxima al Cuzco, en los predios de Vilcabamba, por sus abruptas laderas y paisaje de bosque de neblina corresponde a la región de los Andes Amazónicos.
Aunque los pormenores de su pasado tal vez no lleguen jamás a ser esclarecidos, en términos generales, estimamos que su función primordial fue servir como centro administrativo de la producción de alimentos cultivados en terrazas de labranza o andenes construidos en las escarpadas pendientes andinas y, al mismo tiempo, como sede de rituales dirigidos a obtener el beneplácito de los dioses de los que se suponía depender el sustento: el Dios del Agua y la Diosa Tierras o Pachamama.
Junto a otros complejos agrarios que se levantan en el área de Vilcabamba, Machu Picchu debió construirse en el marco de un vasto proyecto estatal cuyo objetivo era extender la frontera agraria hacia zonas de los  Andes Amazónicos cercanos al Cuzco. Nuestra hipótesis se basa en el hecho de que en el Perú el potencial de tierras aptas para el cultivo es exiguo tanto en los Andes Cordilleranos como en los Andes Costeños. Por lo mismo, los suelos resultaron deficitarios desde inicios de la civilización andina, debido al crecimiento de la tasa poblacional en contínuo ascenso, tal como ocurrió en todas las sociedades antiguas cuando optaron por sustentarse mediante el cultivo de la tierra. Por otra parte, este desequilibrio ecológico fue causa de que afloraran múltiples estrategias para superar el problema alimenticio y una de ellas fue,  justamente, la opción de ampliar la frontera agraria.
Al factor adverso de la extrema limitación de tierras aptas para el cultivo se sumaba otro flagelo: el fenómeno de El Niño, que de modo recurrente desataba sequías o desbordes pluviales y otras calamidades de orden atmosférico que afectaban la producción de comestibles y hacían asomar el fantasma del hambre.
Se creía que tales catástrofes sólo podían conjurarse recurriendo a acciones mágico-religiosas, rindiendo culto al ente sobrenatural que ejercía control sobre los fenómenos atmosféricos. Éste era el Dios del Agua andino, el ente divino de más alta jerarquía, materializado en los apus o cumbres elevadas y a él se le pedía que fecundase a la Diosa Tierra o Pachamama empapándola con sus lluvias. Estos seres divinos todavía reciben veneración en amplios sectores del Perú cordillerano.
En suma, además de construirse Machu Picchu para servir de centro administrativo de la producción de comestibles debió ser sede del culto y rituales destinados a propiciarla. Nuestra hipótesis se comentará con amplitud en capítulo aparte, al igual que otras varias soluciones que intentan responder a enigmas que conciernen a lo que fue Machu Picchu en el antiguo Perú.

Chan Chan

"Chan Chan: Nota Histórica" por el Arqueólogo Rogger Ravines

Entre los más extensos asentamientos prehistóricos de América figura Chan Chan, un organismo arquitectónico de aproximadamente un millón y medio de metros cuadrados, considerado la capital del Gran Chimú, una entidad sociopolítica que se extendió a lo largo de la franja litoral por el Norte hasta Tumbes y por el Sur hasta Lima.
Chan Chan fue una ciudad atípica en el concepto actual de ciudad, pero representativa de los Andes centrales de los siglos VII a XV de nuestra era. El término rururbano, podría explicar en algo su carácter y caracterización.
La ciudad no se trazo, ni levanto, tal como hoy se advierte en sus ruinas. Surgió, se desarrollo y concreto a lo largo de Periodo Intermedio Tardío, es decir entre los años 650 y 1300 d.C. Es, pues, una manifestación temporal, gradual y progresiva, en la que se advierte indudablemente la herencia del Horizonte Medio que, por otro lado habla de la unidad histórica de la cultura antigua del Perú, que los arqueólogos con fines metodológicos, se encargan de fragmentar e individualizar.
La capital Chimú, Chan Chan, está integrada por dos secciones. El área nuclear, conformada por nueve conjuntos cercados, denominados ciudadelas y el área marginal correspondiente a los establecimientos humanos populares e integrada por montículos que corresponden a pirámides escalonadas, una de  las cuales es  la Huaca El Dragón, o Cientopiés, o Arco Iris.
Dicha estructura presenta dos plataformas superpuestas con una rampa de ascenso, encerrada por un alto muro de adobes. Toda la fábrica está profusamente decorada, en la parte media horizontal de sus paramentos, con figuras repetitivas de un ser bicéfalo, de lomo curvo, del que salen garfios, y que tienen como elementos subsidiarios o acompañantes pequeñas criaturas antropomorfas. En el borde superior se aprecia una procesión de danzantes enmascarados que portan  un bastón. Cada paño decorado está separado, uno del otro, por una franja vertical, en la que se ubican otros personajes. Todo el conjunto estuvo pintado.
El estilo de estas figuras es indudablemente una reminiscencia de motivos del Horizonte Medio y que afirman, una vez más, la unidad cultural del área centro andina durante el Horizonte Medio, un Estado que se renovaría con el Imperio de los Incas.

Templo Nuevo de Chavín

El Templo Nuevo forma parte del complejo arqueológico de Chavín de Huantar, ubicado a 462 kilómetros al noreste de la ciudad de Lima, en la región Ancash, y declarado Patrimonio de la Humanidad en 1985 por la Unesco.
En Chavín de Huantar, la expresión más grandiosa de la civilización Chavín, se aprecian aún hoy los restos de sus templos, un conjunto de edificios, terrazas, plataformas, plazas, galerías subterráneas, canales y columnas, que testimonian lo ocurrido en el lugar hace más de tres mil años.
Entre estas edificaciones construidas en piedra se incluyen el Viejo Templo, la pirámide mayor (71 x 71 metros) cuya característica más notable es que tiene un pasaje interior en el que se aloja un ídolo de piedra conocido como "el Lanzón". Este templo cuenta con una Plaza Circular de 20,8 metros de diámetro.
El Templo Nuevo, el edificio más conocido de Chavín, cuenta con una Plaza Cuadrada (50,2 x 50,2 metros). Se ingresa a él por el Pórtico de las Falcónicas que es precedido por un atrio y un conjunto de escalinatas que ascienden desde la plaza cuadrada, donde hay esculturas en piedra que funcionan como dinteles y columnas, así como lápidas con grabados de personajes.
El Templo Nuevo es la versión final de todos los proyectos arquitectónicos realizados en Chavín. Su organización espacial sigue el mismo eje Este-Oeste del templo antiguo, mirando hacia el oriente. El templo nuevo tiene su núcleo principal en una inmensa plataforma tronco-piramidal, que es el Templo Mayor y que se formó a partir de varios agregados al ala sur del Viejo Templo.
Esta edificación estaba rodeada por una cornisa de piedras grabadas con imágenes de aves, serpientes y felinos en sus lados visibles. Inmediatamente debajo de éstas en la zona donde eran apreciadas unas finas piedras labradas que servían de enchape cara-vista del templo y a unos 12 metros encima del suelo, se lucen las cabezas antropomorfas esculpidas en piedra y adheridas al muro a las que conocemos con el nombre de "cabezas-clavas".

Gran Pajatén

El complejo arqueológico de la cultura Chachapoyas conocido como el Gran Pajatén se ubica a 2850 m.s.n.m. en una colina sobre una angosta meseta del Parque Nacional del Río Abiseo (Patrimonio Natural y Cultural de la Humanidad desde 1992), en la selva alta de la frontera de la región La Libertad y la región San Martín, en la confluencia de los ríos Marañón y Huallaga.
Formado por al menos 26 estructuras circulares de piedra encima de numerosas terrazas y escaleras, ocupa un área de 2 hectáreas. Los recintos, que se encontraron cubiertos por un tupido bosque tropical húmedo, están decorados con mosaicos de pizarra que muestran aves y motivos geométricos humanos. Los análisis de muestras de cerámica realizados con radiocarbono indican que el área fue ocupada alrededor del año 200 a.C., pero las ruinas visibles actualmente se construyeron durante el tiempo de los Incas.
Las escaleras conectan los diferentes niveles del complejo para facilitar la circulación de personas por sus distintos sectores. Los torreones circulares, con diámetros que varían entre 2 y 15 metros, se alzan muy próximos entre sí, pero a distintos niveles.
Todo el conjunto arquitectónico muestra calles serpenteadas y plataformas donde se localizan los torreones. Uno de los monumentos que destaca es un edificio de 13 metros de diámetro, cuya entrada está flanqueada por paneles planos de frisos de piedra que muestran cinco figuras humanas con las rodillas dobladas hacia afuera y los brazos flexionados. Cada una de estas figuras tiene una cabeza clava con tocados de dos estilos diferentes que se alternan entre figura y figura. La parte superior está decorada con una greca escalonada bordeada con líneas en zig-zag, diseño característico de la arquitectura Chachapoyas.

Ciudad de Caral

Con aproximadamente 5 mil años de antigüedad, la Ciudad de Caral, situada en el Valle de Supe a 200 kilómetros al norte de la ciudad de Lima, es considerada la ciudad más antigua de toda América y ha sido reconocida por la UNESCO como Patrimonio de la Humanidad en junio de 2009. La civilización de Caral-Supe o Norte Chico fue contemporánea de otras civilizaciones como Mesopotamia, Egipto, India, China y Mesoamérica a las que se reconoce como los focos de cultura del mundo.
Caral ocupa alrededor de 65 hectáreas. Las investigaciones realizadas desde 1994 por el Proyecto Especial Arqueológico Caral-Supe dirigido por la Dra. Ruth Shady demuestra que hace 5000 años (3000 a.C.) Caral era una ciudad de monumentales pirámides. En su libro "La Ciudad Sagrada de Caral-Supe en los albores de la civilización en el Perú"(1997), Shady, quien excavó en Caral a partir de 1996, sustenta la antigüedad precerámica de Caral. A través de pruebas radio carbónicas se ha confirmado que la ciudad tiene una antigüedad promedio de 5000 años, no obstante que en el resto de América el desarrollo urbano comienza 1550 años después. Este hallazgo ha cambiado los esquemas sobre la aparición de las antiguas civilizaciones en el Perú.
Según Shady, Caral fue una ciudad-estado de organización teocrática a la que se puede considerar como la cuna de la civilización andina. Su construcción requirió un alto grado de tecnología y organización social. Los edificios de Caral tienen forma de pirámide y habrían sido usados por los gobernantes como centro de sus actividades religiosas, políticas o económicas. Como está representado en las pirámides, monumentos religiosos con plazas, atrios y altares, la religión fue el medio de cohesión y coerción que permitió controlar a la población, la producción de bienes y su circulación.
Entre los nuevos hallazgos presentados por el equipo de Ruth Shady en 2005 se incluye un resto textil interpretado como un quipu, lo que implicaría que este sistema de registro de datos tiene casi cinco mil años y no los mil quinientos años como se pensaba antiguamente. Se presentó también la reconstrucción de un posible habitante de la ciudad de Caral en base al cráneo de un muchacho sacrificado que se encontró durante las excavaciones.